Los esfuerzos se multiplican pero los platos no alcanzan en este comedor de Roca - Piedra OnLine

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viernes, 21 de julio de 2017

Los esfuerzos se multiplican pero los platos no alcanzan en este comedor de Roca


Por MARIANELA VERGARA
Con lo que le donan y lo que tiene, Miriam prepara el almuerzo para 70 nenes en el comedor y merendero Nueva Luz, en el corazĆ³n de barrio Nuevo, en Roca.

Pero casi nunca alcanza y hay que hacer malabares para que todos puedan tener su plato de comida caliente o su merienda.

El Ćŗltimo suspiro de la garrafa tenĆ­a que alcanzar para terminar de cocinar el guiso. Los nenes ya llenaban las sillas que rodeaban las tres mesas y los mĆ”s grandes acarreaban algunas mĆ”s para que todos puedan sentarse. Hermanos, primos y vecinos del barrio, conocidos por compartir cada mediodĆ­a el almuerzo.

“Chicos, la comida estĆ” muy caliente, ahĆ­ se las vamos a llevar”, les anunciaba Miriam MuƱoz (33), la impulsora del merendero Nueva Luz en el corazĆ³n de barrio Nuevo. Miriam les hablaba desde la cocina para calmar sus expectativas.

“Hoy se nos hizo tarde, ya son 12:20. Estamos cortando clavos porque no nos queda casi nada de gas y se tiene que terminar de cocinar. Desde que estamos en este salĆ³n podemos servirles la comida en platos en lugar de darles en tĆ”per, pero no tenemos gas. Es mĆ”s complicado, y se suma ese gasto”, explicaba Miriam mientras con una pizzera grande tapaba la boca de la gran olla.

Antes, Miriam les servĆ­a la vianda en un tĆ”per y ellos se la llevaban a sus casas. Ahora, en el salĆ³n que les prestaron hay sillas y mesas y se pueden sentar a comer.

La multiplicaciĆ³n

El vapor terminaba la cocciĆ³n de los trozos de cuatro pollos, pedazos de media bolsa de papa, tres zapallos, cuatro kilos de cebolla picada, siete paquetes de fideos y diez cubitos de caldo.

El esmero se multiplicaba en ella, convencida de que probablemente iba a ser la Ćŗnica comida del dĆ­a para muchos de los 70 niƱos de entre uno y 16 aƱos que estaban allĆ­.

“De miĆ©rcoles a viernes se les sirve el almuerzo, de lunes a sĆ”bado la merienda. Porque con el tiempo nos dimos cuenta de que muchos de ellos dependen de la leche que le podamos dar”, comentaba Miriam sin abandonar su laboriosa tarea.

La pila de platos iba bajando a la par de la comida en la olla. Una vuelta y pedĆ­an mĆ”s. “A veces cuando llegan los Ćŗltimos ya no queda, les damos fideos y alguna verdura para que les preparen en la casa”, agregĆ³ la mujer que desde las 9 trabajaba sin pausa, y que hace malabares para sacar ricos platos con las donaciones de la gente y otro tanto que saca de su bolsillo.

“Soy mamĆ” y como pasĆ© necesidades como ellos se sabe lo que es. A mis hijos no les falta nada, pero estos nenes estĆ”n muy desprotegidos”, afirmĆ³ Miriam.

“AcĆ” tenemos nenes con desnutriciĆ³n. Uno de ellos, con 4 aƱos, pesa 9 kilos. Muchos viven en casas de cantonera y pasan frĆ­o. Lo bueno es que ahora estĆ”n todos escolarizados”, aƱadiĆ³.

En el merendero hay reglas y las cumplen. “El gracias y el por favor va desplazando a las malas palabras. AcĆ” no pueden decirlas”, enfatizĆ³ Miriam y refiriĆ³ a los problemas de adicciones y abusos que existen en las familias de los nenes.